EL DESARROLLO MORAL

1.DESARROLLO MORAL DEL NIÑO

La educación moral no es un proceso de enseñanza de reglas dadas por adultos y que el niño debe adquirir repitiendo esquemas; sino que el educador debe guiar al niño en un proceso de aprendizaje de reglas, normas y valores que le lleven a su autonomía moral. Es importante la actitud del profesor ante las experiencias que pueden afectar al niño desde el criterio de una moral vivenciada.
Por ello, el proceso de aprendizaje del niño debe apoyarse en experiencias morales, que sirvan de modelo y puedan elaborar aptitudes para ir creando y formando su autonomía moral.
La autonomía moral significa la capacidad de gobernarse así mismo, y así juzgar por su propio comportamiento y no estar sujeto a imposiciones ajenas. El proceso de autonomía moral implica al educador como acompañante del niño para superar por sí mismo las dificultades que le plantea su heteronomía moral dependiente de la autoridad adulta, y la amoralidad que implica complacer las normas que dictan los adultos.
El educador debe tener una actitud adecuada ante el proceso de desarrollo moral del alumnado. Para ello es necesario ajustar el planteamiento a las teorías del desarrollo moral, y así facilitar al niño su propio desarrollo y evitar que desequilibre.
Por su parte, el planteamiento integrador de las teorías del desarrollo moral tiene que ser trabajado desde:

- Las características de cada etapa como la obediencia al adulto y la identificación con él.
- Las posibilidades educativas que ofrecen teorías como son el modelado, la imitación por inferencia de experiencias vividas o por observación, la reflexión individual y grupal, y respetar tanto las reglas como los límites, normas y valores.
- Cualquier proyecto educativo, ya sea de educación formal o no formal que no cualifique su perspectiva moral, tienen el riesgo de que las actitudes morales pasen a un segundo plano.
- El programa escolar que si tenga en cuenta la perspectiva moral debe moverse entre las actividades complementarias, la inclusión de contenidos actitudinales en el trabajo cotidiano o trabajar con la escuela de padres, y reflexionar sobre el desarrollo moral.
- Los referentes que permiten a un proyecto educativo de educación formal tener una perspectiva moral, son el currículo de educación infantil y los temas transversales, como son la igualdad de género, educación vial, la interculturalidad,…
- Los objetivos, contenidos, criterios metodológicos y evaluación del currículo, orientan y clarifican las líneas sobre las que las normas, límites y valores trabajan en el proceso de aprendizaje y desarrollo máximo integral de las capacidades.

Los temas transversales orientan, por su parte, sobre los valores que a lo largo de las diferentes etapas obligatorias y de forma continuada se pueden trabajar con los niños. Orientan, además, sobre las peculiaridades de los alumnos de los mismos en cada etapa, y el sentido integrador que tienen con los diseños curriculares, que dependiendo de los contextos de los centros y equipos educativos, serán diferentes.
Los contenidos actitudinales de cada área centran sus valores en criterios morales que se explican, interrelacionan y globalizan en el proyecto educativo de centro, concretando y secuenciando en los proyectos curriculares un sistema de valores morales básicos como son:
- Los valores básicos para la vida y la convivencia.
- Libertad y responsabilidad.
- Respeto y tolerancia.
- Justicia y solidaridad.

Por otro lado, los referentes de un programa de educación no formal están en las finalidades de la educación moral. Un programa no formal, como es la granja escuela, la cual no integra una finalidad moral puede tener el sentido socio-educativo de cualquier programa educativo formal.
Las finalidades morales que pueden tener los programas de educación no formal:
- Búsqueda de valores positivos personales y sociales que permitan la integración en su sociedad y cultura.
- Centrar el descubrimiento de valores en los más universales (solidaridad, igualdad, respeto, justicia,…).
- Educar para la responsabilidad, el respeto, la crítica,… tanto personal como social, en busca del bien común.
- Buscar el pluralismo en los valores, el diálogo, la opcionalidad,…con disposición a la reflexión para revisar y reelaborar continuamente los valores universales que nos comprometen con los demás y con uno mismo.
- Plantear los valores morales en una esfera integrada por la afectividad, la socialización, y así alcanzar el desarrollo máximo integral de la personalidad propia de cada individuo.

En cuanto al papel del educador es importante ser conscientes de que durante los 0-6 años de los niños hay que prestar una serie de valores morales apropiados como:
- Consolidar su papel, equilibrando la aceptación del niño con sus características singulares. Además, debe ofertar al niño otras posibilidades que le motiven al cambio de comportamientos cuando es necesario. También los educadores sirven de guía para superar las dificultades de la moral heterónoma.
- Tener fijados unos contenidos de carácter general que sean prácticos y le sirvan de pauta para la intervención educativa.
- Establecer unos principios generales de carácter práctico que puedan presidir los objetivos didácticos explícitos del desarrollo de valores.
- Establecer estrategias de intervención generales que posibiliten el desarrollo de valores.
El docente además debe moverse entre:
- Aceptar el egocentrismo propio de esa etapa evolutiva, servir de guía para superarlo.
- Tolerar los aspectos negativos del comportamiento del alumnado, y fomentar la confianza del niño en sí mismo y en los demás.
- Ejercitar la responsabilidad y el sentido de superación, ofreciendo situaciones en las que tengan que ejercer la responsabilidad ocupándose de acciones concretas, motivándoles para creer en sus posibilidades.
- Respetar la diversidad del grupo de iguales, ofreciendo situaciones culturales diferentes a la nuestra, familias distintas a la propia,…
- Fomentar el gusto por las tareas terminadas y bien realizadas, cuidando el aspecto personal, el orden en las cosas y la presencia en las tareas.
- Buscar la paz y la justicia, y así resolver conflictos entre iguales sin agresiones físicas, poniéndose en el lugar del otro y escuchando su punto de vista, dialogar, opinar,…Saber escuchar y aceptar las valoraciones que los demás hacen de nosotros, aprender a ganar y a perder.
- Buscar la libertad en uno mismo, es decir, aprender a decir y obrar lo que se piensa y lo que se dice, aceptando lo que se tiene.
- Participar en la vida social del entorno, conociendo y comprendiendo lo que nos rodea.


Además los docentes tienen unos principios generales, resumidos en:
- Establecer límites a sus actividades, acciones y comportamiento en función de los contenidos generales. Los límites deben cumplir ciertas características, como ser claros y flexibles, pero consistentes y permanentes.
- Desarrolla la capacidad de autocontrol del niño en función de sus capacidades.
- Mostrar a los niños la existencia de reglas sociales que permiten la relación en sociedad. Satisfacer sus deseos de forma inmediata no es posible siempre, a veces hay que renunciar o posponer lo que uno desea.
- Iniciar una escala de valores, la cual exige la aprobación o desaprobación de los actos que el niño realiza, basándose en la evaluación, reflexión y crítica de los valores que la propia sociedad tiene.
- Iniciar la formación del carácter del niño, ayudándole a superar las manifestaciones e impulsos que sean meramente temperamentales o instintivos.

Por otra parte, los educadores realizan estrategias de intervención en el desarrollo moral. A priori son de carácter interdisciplinar.
Un diseño de intervención socioeducativa debe atender a las características propias y particularidades educativas que demanda del sujeto. Una intervención en el desarrollo moral incide de forma favorable si piensas en las necesidades e intereses propios de cada etapa evolutiva de los alumnos. Si tiene en cuenta las diferencias individuales de los niños en personalidad y experiencia vivida. Y por último, si la atención y observación son “especiales” para los niños, se puede conseguir mejorar aquello que por circunstancias no ha sido aceptado por el niño.
Hay veces que la intervención del adulto es inapropiada y favorece a conductas incorrectas, a pesar de que sea de manera inconsciente. Es importante que las conductas sean controladas por el educador en todo momento y no las pase por alto.
La acción educativa en la intervención del desarrollo moral se transfiere desde acciones cotidianas; formas muy sencillas de intervención que con pequeños “encargos” consiguen asumir responsabilidades adecuadas al momento psicológico del niño, utilizando contenidos de tipo procedimental y actitudinal.
Las responsabilidades individuales se van haciendo más complejas en función del desarrollo en sus habilidades cognitivas, habilidades afectivas y habilidades sociales. Además, pueden pasar de ser individuales a colectivas a partir de los 3 años, donde la disposición para estar con los otros es mayor (relación entre iguales).
Al dar responsabilidades al niño permite la asunción de normas y límites individuales, colectivos, lo cual predispone a la colaboración, solidaridad e iniciativa. Es decir, le entrena a vivenciar normas en su propio desarrollo.

El niño es activo en la creación de su desarrollo moral con experiencias que limitan sus acciones naturales. El adulto que retrasa la satisfacción inmediata de un deseo o impulso del niño, le ayuda a distinguir que hay un límite entre la realidad y su deseo.
El proceso de interrelación afectiva con el adulto permite asumir a los niños lo que es considerado como bueno. Esto da valor a las conductas reforzadas positivamente, y rechaza los refuerzos que son negativos, ya que estos no le ayudan a interiorizar la conducta.
Ambas interacciones son aceptadas y recibidas por el niño, a pesar de que no entienda, ni asimile el valor moral de dichas intervenciones. Por ello tenemos que ser cautos en la forma de realizar la intervención directa sobre el educando.

El educador debe respetar qué reglas, normas y límites valores el niño va a aportar:
- Respeto por los derechos de niño (DUDN, 1959).
- Respeto por las necesidades del niño.
- Respeto por el nivel madurativo en el que se encuentra el alumno en cada momento.
- Además, el docente tiene que saber utilizar su influencia.
- Si el profesor o maestro es excesivamente restrictivo, el niño siente culpa y angustia por no poder cumple las órdenes y prohibiciones que acepta del adulto.
- Si el educador no estable ni reglas, ni límites, ni valores que los niños tengan que obedecer, no les está ofreciendo puntos de referencia que le permitan diferenciar e identificar patrones de comportamiento. El niño sin puntos de referencia se encuentra desorientado y fuera de la realidad.
- También, tiene que crear un clima adecuado en las aulas para la intervención directa.
Un clima acogedor, de relación y equilibrado entre la afectividad del adulto y la “disciplina” que da capacidad a su autonomía, le da seguridad y le valora extremadamente.

Por su parte, es cierto que todo tipo de comportamiento, conducta, valor, límite, hábito,…que conforma la moral desde y durante el proceso de desarrollo se va adquiriendo, interiorizando a través de la estrategias de intervención psicopedagógicas que ayudan a niño en una situación determinada.
Estas estrategias están basadas en:
- El conocimiento psicológico del niño entre 0-6 años.
- Los criterios o principios metodológicos que se ajustan a estas edades.
- Las estrategias del aprendizaje social que mediatizan en la formación de normas, valores y límites, los cuales permiten la interiorización de la socialización y cultura.
Además, las estrategias psicopedagógicas deben estructurarse en:
- Lo que puede evitar el adulto con los niños de 0-6 años:
- Su desánimo y desaliento como educador: éste debe respetar las características personales y proyectar sus deseos, para que el alumnado goce de su libertad de expresión y pensamiento.
- El refuerzo negativo, castigos y sanciones: cuando el docente promueve un castigo o una sanción por una pérdida de papeles momentánea, da lugar a un clima de angustia, miedo, desconfianza y desadaptación.
- La sanción o castigo pueden ser útiles si son adecuados a la edad, pero los niños no deben sentir que el castigo supone la pérdida de la afectividad.
- El autoritarismo provoca sensaciones de incomprensión.
Lo que puede fomentar o practicar el adulto con los niños de 0-6 años:
- Cuidar las propias manifestaciones: los niños son observadores e imitadores de modelos de conductas. La observación del niño sobre el adulto se manifiesta en su propio juego simbólico.
- Buscar modelos que no sean del entorno real, pero que le permiten identificarse con ellos y transferir situaciones, actitudes o comportamientos en sus juegos, en la relación entre iguales y reflexionar sobre ello.
- Moldear nuevas conductas, modificar las que no sean asertivas y eliminar las que no son aceptadas.
- Entrenar asertivamente, y así potenciar la práctica de conductas aceptadas, dentro de un clima con pautas claras, de estabilidad emocional y ajustada a las capacidades cognitivas y sociales del educando.
- Recompensar para crear hábitos de relaciones sociales interpersonales y morales.
- Practicar la escucha y comprensión, utilizando la repetición paciente de actitudes positivas, consolidadas a través de la experiencia.
- Dar información útil y precisa, que pare ello debe cumplir tres criterios: ser positiva, específica y oportuna.
- Ayudar a reflexionar y pensar en situaciones donde su comportamiento sea inadecuado. La comunicación en estos momentos debe hacerse con criterios positivos de acercamiento y eficaces.
- Dar tiempo a la convivencia, ya que los niños pasan por muchos momentos de adaptación, lo que exige cierto margen de tiempo para lograr la convivencia entre iguales y con el docente.

Por último, vamos a resumir brevemente los principios sobre los cuales se sustenta la intervención:
1. Principio de autoridad: la autoridad ejercida como ayuda recíproca (adulto-niño) permite al niño practicar sus pequeñas responsabilidades y confiar en sus posibilidades.
2. Principio de interrelación e integración social: desde las actividades en grupo y con pequeñas salidas a centros que en el contexto, se puede ofertar la oportunidad de practicar comportamientos aceptados con el criterio de que somos “todos iguales, y todos diferentes”.
3. Principio de individualización: cada educador debe trata a cada alumno como una persona única, que necesita cada momento de una atención ajustada a los progresos de su madurez. Supone graduar las actividades a las propias posibilidades de cada uno de los niños que tenemos en el grupo.
4. Principio de adaptación: todos los niños durante sus primarios años, tienen dificultades de adaptación al entorno, a la cultura, a la socialización. Hay que buscar repertorios rutinarios que le permitan mantener un equilibrio personal entre su interior y exterior, entre sus exigencias internas como el egoísmo o la dependencia, entre la exigencia del medio, y entre sus necesidades externas.