CONFLICTOS Y TRASTORNOS DEL DESARROLLO

4. CONFLICTOS Y TRANSTORNOS DE CONDUCTA EN LA INFANCIA

4.1. TIPOS DE CONDUCTAS SOCIALES
Durante el desarrollo del niño, cada etapa madurativa puede suponer una situación conflictiva, y a la vez, una nueva forma de hacerle frente. Por ello, muchas conductas infantiles pueden parecer patológicas, pero únicamente revelan una mera adaptación en determinadas fases del desarrollo.
Una manifestación se considera problemática cuando en el proceso de superación de estos conflictos se producen actuaciones inaceptables por parte del niño en las relaciones o interacciones con los demás. Muchos de estos problemas o conflictos pueden además derivar en trastornos si el niño no es capaz de superarlos o simplemente los asume y acepta sin resolverlos previamente.
Para poder diferenciar entre conducta normal y patológica, o conducta adaptada o inadaptada, debemos atender a los diferentes factores sociológicos, psicológicos y ambientales.
Las conductas inadaptadas, que conllevan problemas de comportamiento, aprendizaje o madurez social en el alumno, pueden darse o bien por exceso, como la agresión, o por defecto, como es el caso de la insuficiencia de habilidades cognitivas y sociales.
Alguno de los síntomas que nos sugiere la existencia de un posible trastorno en el desarrollo de un niño, son las alteraciones en el aprendizaje tanto de habilidades cognitivas, como verbales, motoras o sociales.
Es difícil plantear una clasificación de los diferentes trastornos puesto que carecen de criterios comunes para ello. Sin embargo, vamos a emplear una clasificación en la que se dividen los diversos trastornos en dos grandes grupos, que son los siguientes:
- Trastornos generalizables del desarrollo: deterioro cualitativo en el desarrollo de la interacción social y de las habilidades comunicativas (verbales o no verbales) de un niño, junto con un descenso de su actividad imaginativa.
Otras alteraciones pueden asociarse a deficiencias en el desarrollo de las habilidades intelectuales, comprensión del lenguaje y del habla, y de la capacidad motora, junto con trastornos en la alimentación y en la falta de respuestas a estímulos sensoriales. Un ejemplo de este tipo de trastornos es el autismo.
- Trastornos por conductas perturbadoras: dentro de este grupo podemos encontrarnos a niños con trastornos por déficit de atención, hiperactividad, negativismo desafiante o trastornos de la propia conducta.
A su vez, estos trastornos pueden ser de tipo grupal, agresivo solitario o de tipo indiferenciado.
Entre estos trastornos encontramos el comportamiento agresivo que desarrollan algunos niños durante su desarrollo, manifestando un deseo de causar un daño físico o psíquico de forma habitual.
Dejando a un lado los diferentes trastornos que pueden darse en determinados niños, como consecuencia de diversos factores, queremos centrarnos en los tipos de conflictos que sufre normalmente un niño, y que lejos de considerarse como una conducta patológica, deben entenderse como una forma de adaptación a los cambios que se producen durante su desarrollo.

4.2. CONFLICTOS DURANTE EL DESARROLLO DEL NIÑO
Los conflictos se producen a consecuencia de uno de los valores más importantes del ser humano, la diversidad. En todas las relaciones sociales surgen, en determinados momentos, situaciones difíciles y conflictivas. Se trata de algo inevitable derivado de la diversidad y la diferencia que existe entre las personas. Todas las discrepancias que surgen entre las personas pueden originar conflictos más o menos en función de si se llega o no a un acuerdo.
En el caso de los niños, hay que destacar que suelen ser mucho más los momentos positivos que los conflictos entre ellos. Sin embargo, a medida que van pasando los años hay muchos más conflictos entre los niños, y por eso en el ámbito escolar que es donde más tiempo pasan los niños, la escuela tiene tomar decisiones y adoptar actitudes sobre los conflictos que se presenten entre los alumnos y no verlo como algo normal y dejar de intervenir.
Lo importante no es que no haya conflictos, ya que esto forma parte de las relaciones humanas, sino que se puedan hablar de los problemas y los implicados en el conflicto sean emocionalmente competentes y que dispongan de habilidades sociales para poder resolver de forma adecuada el problema.

Factores que conforman el conflicto:
- Egocentrismo infantil.
- Falta de autocontrol.
- Tendencia al cambio de actividad.
- Dificultad natural para aceptar reglas y normas establecidas.
- Inestabilidad en las relaciones con los iguales.

Factores que hacen más complejo y problemático el conflicto:
- Personalidad del niño (timidez, agresividad).
- Forma del niño de vivenciar las situaciones sociales del entorno (inseguridad, ansiedad, dependencia).
- Forma de actuar de los individuos de su entorno más cercano (superprotección, despreocupación).

Entre las estrategias generales que debemos emplear para ayudar al niño a enfrentarse a los problemas sociales y a superar el conflicto, encontramos los siguientes:
- Observar y reconocer las manifestaciones problemáticas que son consideradas como inaceptables.
- Elogiar las manifestaciones sociales positivas del niño, ignorando al mismo tiempo las que utiliza como estrategia para llamar la atención.
- Utilizar refuerzos negativos combinado con elogios.
- Proporcionar motivaciones para su desarrollo social, recompensando las manifestaciones sociales positivas.
- Escuchar y hablar con el niño para conocer sus necesidades y conflictos.
- Preparar la incorporación de nuevos situaciones en el entorno más cercano del niño como una fase de adaptación previa.
- Establecer reglas y normas sociales claras y cortas, reforzando la cooperación, el compañerismo y el valor de la amistad, trabajando al mismo tiempo la asertividad.

3.2.1. CONFLICTOS CON ADULTOS
- Conflictos de rechazo-rivalidad con alguno de los progenitores.
Este tipo de conflictos nace de la necesidad del niño de formar parte del propio núcleo familiar. Sin embargo, viene marcado por un deseo de exclusividad hacia uno de los progenitores, excluyendo al otro, al que rechaza y ve como a un intruso.
Es esencial que los adultos, ante esta situación, mantengan una actitud adecuada para evitar que surja este conflicto de rechazo-rivalidad, o facilitar su superación. Para ello, ambos deben asumir las tareas socio-educativas desde el nacimiento del niño de una forma equilibrada, para que no se establezcan diferencias de prioridad hacia alguno de los progenitores. Además, para que las condiciones familiares faciliten y propicien las relaciones sociales del niño, es necesario que en el mismo núcleo familiar no se produzcan conflictos entre los propios progenitores, no se dan estereotipos de crianza ni roles de género.
Sin embargo, el conflicto surge cuando uno de los progenitores se aleja de la interrelación cotidiana con el niño, o acapara todas las tareas, impidiendo la participación o implicación del otro progenitor en el desarrollo del niño. Esto puede provocar un trastorno de socialización del niño (apatía o agresividad).
Este conflicto puede ser superado si el adulto menos implicado va asumiendo progresivamente las tareas de cuidado, crianza, juego, que le permitan un acercamiento al niño.
- Conflictos de enfrentamiento con adultos
Durante su desarrollo, el niño va experimentar un periodo de separación- individualización y dependencia relativa que puede desencadenar en numerosas situaciones conflictivas.
Mientras que el adulto interviene constantemente en las actuaciones del niño, su nueva capacidad de independencia va a provocar desafíos de autonomía, desobediencia de normas o reglas establecidas, o diversas manifestaciones de rebeldía, convirtiéndose en una problemática cotidiana que hay que ayudar a superar para resolver el conflicto durante el propio proceso de desarrollo, y evitar así el trastorno.
Para ello, el niño debe interiorizar aquellas habilidades sociales y conductas aprendidas, equilibrar su independencia y autonomía, y controlar su propia conducta.
- Manifestaciones problemáticas:
1. Peticiones constantes del niño.
2. No aceptación del “no” de un adulto.
3. No aceptación de “ordenes”.

3.2.2. CONFLICTO DE RIVALIDAD- SOCIALIZACIÓN CON HERMANOS
Se caracteriza por la relación e interacción entre los hermanos, la cual permite al niño asumir estrategias de socialización desde el núcleo familiar, favoreciendo el aprendizaje de conductas y procesos cognitivos sociales.
La rivalidad entre hermanos comienza por competir por la afectividad de los padres y por un intento de centrar todo el interés de los padres hacia él, surgiendo posteriormente el trastorno, si no consiguen superar el conflicto durante su desarrollo.
En la relación que se establece entre los hermanos, van a influir diversos factores como los expuestos a continuación:
- Diferencia de edad entre hermanos.
- Número de hermanos.
- Sexo de los hermanos.
- Contexto sociofamiliar y papel de los adultos en el control del ambiente.
El aumento del núcleo familiar produce un cambio estructural en las relaciones sociales de toda la familia, que el niño debe asumir desde el punto de vista de la socialización. Las principales consecuencias que trae consigo este cambio son las siguientes:
- Las figuras de apego y el espacio físico tienen que ser compartidos por más miembros.
- El más pequeño de la familia exige nuevas tareas y responsabilidades.
- Cambios en los sistemas de comunicación.
- Mayor independencia y autocontrol de los hermanos mayores.
Ante esta nueva situación en la que pierde su condición de pequeño, el niño tiene a exigir una atención desmesurada, aumentando las manifestaciones sociales no aceptables (lloro, pataletas, peleas…), regresando a situaciones anteriores ya superadas y comportándose de manera ambivalente (afecto-rechazo) con su nuevo hermano.
A medida que ambos van creciendo, los conflictos de rivalidad entre hermanos no desaparecen, sino que van cambiando de forma. Progresivamente, aumenta la individualización, el autocontrol y la autoestima propia de cada uno de los hermanos, estableciéndose una integración jerárquica entre ellos, un subsistema social de relaciones en la que no se ven implicados los padres y un nuevo campo de experiencias sociales que les va a facilitar su aprendizaje y desarrollo.
La rivalidad natural que se establece entre los hermanos pasa a desequilibrarse cuando dedican cada vez más tiempo a discusiones, peleas, agresiones, y solicitan frecuentemente la intervención de los padres en el conflicto.
Ante esta situación, los padres deben buscar intereses comunes entre los hermanos, y realizar actividades o tareas que fomenten la ayuda y cooperación entre ellos. De esta manera, la rivalidad no desaparecerá, sino que se mantendrá equilibrada.

3.2.3. CONFLICTOS CON LOS IGUALES
El grupo de iguales, se trata de un grupo de niños con edades y un grado de desarrollo similar que establecen relaciones entre sí. El grupo de iguales favorece el conocimiento de la propia identidad y fomenta el desarrollo de la autoestima. Por ello, podemos decir que los conflictos entre iguales son inevitables y necesarios para el desarrollo intelectual y social de un niño.
Dentro del grupo de iguales no todos los niños son aceptados y valorados de la misma manera que otros niños. Algunos niños siempre están acompañados y son los primeros en ser acogidos (a la hora de hacer equipos, hacer u trabajo…); otros en cambio parecen que no existen, o niños con los que ninguno de sus compañeros quiere compartir las tareas escolares ni los juegos.
Manifestaciones problemáticas:
- No quiere compartir sus cosas
- Discusiones, peleas…
- Dificultad para hacer y conservar amigos
- No participa en las actividades grupales
- No destacan en ningún aspecto, pasan desapercibidos.

Para estudiar las relaciones que se dan entre los iguales, se utiliza la sociometría, que evalúa las relaciones que se establecen entre los miembros de un mismo grupo, donde se valora aspectos como el rechazo, la popularidad o la atracción interpersonal. Se trata de un grupo de técnicas, y de todas ellas las que se han utilizado en niños son:
-La escala de clasificación de Likert: Los niños deben clasificar a todos sus compañeros (con puntuación del 1 al 5) según unos criterios establecidos.
-La técnica de comparación por parejas: A cada niño se le presentan los nombres de parejas de niños del grupo y deben escoger al que prefieren de los dos.
-La nominación de pares: Los niños deben escoger de entre todo el grupo a aquellos compañeros con los que más le gusta realizar las diversas actividades que se realizan en el aula o fuera de ella. También tienen que indicar con los que menos les gustaría hacerlo.
Estas técnicas te permiten ver el estatus del niño dentro del grupo, y así podemos distinguir varios tipos de niños según los resultados obtenidos:
 Niños populares: Reciben múltiples nominaciones positivas y casi ninguna negativa. Son niños que tienen una buena adaptación a la escuela, con capacidad de cooperar, que defienden a sus compañeros, cumplen con las normas del grupo y saben comunicarse adecuadamente.

 Niños controvertidos: También denominados polémicos. Reciben muchas nominaciones tanto positivas como negativas. Se implican tanto en actividades cooperativas como en actividades antisociales y agresivas. Tienen capacidad de liderazgo pero se comportan agresivamente.
 Niños promedio: Es el tipo de estatus más frecuente. Son niños que no sobresalen en nada y pasan desapercibidos dentro del grupo. Reciben algunas nominaciones positivas y otras pocas negativas.

 Niños ignorados: Estos niños no son ni mencionados positivamente ni negativamente. Sin niños pacíficos y tímidos que pasan mucho tiempo solos. Tienen pocas habilidades para interactuar con sus compañeros.

 Niños rechazados: Estos niños no son escogidos para jugar ni para compartir actividades y reciben valoraciones negativas. Manifiestan comportamientos agresivos y/o retraídos, iniciando a menudo las peleas. Tienen dificultades para entender las necesidades y deseos de los otros niños. No interpretan correctamente las situaciones sociales.


4. 3. PROBLEMAS DE OBSESIÓN CON MEDIOS TECNOLÓGICOS
Hemos querido introducir este tema porque se trata de una realidad de nuestro panorama social actual, que progresivamente va aumentando su frecuencia, dejando ver todas las consecuencias que la obsesión con los medios tecnológicos provocan en el desarrollo de un niño.
En respuesta a todos los avances tecnológicos surgidos en estos últimos años, nos encontramos con una sociedad de la información más comunicada y conectada al mundo, pero al mismo tiempo más aislada con respecto al entorno más cercano y a las personas más próximas.
Los medios de comunicación compiten con las familias, los amigos, las escuelas y las comunidades en su capacidad para moldear los intereses, actitudes y valores de los niños durante su desarrollo.
Centrándonos en la televisión, a partir de diversos estudios que analizan el tiempo que los niños dedican a ver la televisión, conocemos que la media aproximada es de 22/25 horas por semana. Estos resultados nos sugieren una gran repercusión en las relaciones interpersonales del niño durante su desarrollo, disminuyendo el juego cooperativo, el tiempo de otros aprendizajes o refuerzos y el contacto con otras personas.
Cuando un niño ve excesiva televisión, películas de video y utiliza de forma masiva los videojuegos, lo más posible es que sea a consecuencia de diversos problemas de comunicación con su entorno e incapacidad de socializarse o interaccionar con sus iguales o con adultos.
De forma inversa, la televisión va a influir sobre el niño en el lenguaje, hábitos y en la adquisición de conductas imitativas. Por ejemplo, los niños que abusan de la televisión tienen más riesgo de sacar malas notas, leer menos libros, hacer menos ejercicio o establecer menos relaciones de amistad.
Creemos que las nuevas tecnologías de la comunicación pueden ser muy divertidas y emocionantes para un niño y utilizadas de forma educada, también pueden educar. Sin embargo, el problema reside en que los niños no saben distinguir entre lo que es bueno en los medios y lo que es dañino.
Algunos niños se pasan horas interminables frente al televisor, alimentándose de forma pasiva de todo lo que ven y oyen (violencia, sexo, maldiciones, estereotipos y personajes e historias totalmente fuera de la realidad). A partir de diversos estudios sabemos que ver demasiada violencia en la televisión parece aumentar los comportamientos agresivos en los niños y provocar una mayor aceptación de la violencia, sin que les sorprenda cuando se encuentran ante ella.

Para evitar la adicción u obsesión con los medios tecnológicos, en este caso concreto con la televisión, y sus consecuencias perjudiciales sobre el desarrollo del niño, proponemos una serie de estrategias, que nos ayuden a eliminar todas las influencias negativas que tiene los nuevos medios de comunicación sobre el niño:
- Limitar el tiempo que el niño ve televisión.
- Supervisar lo que el niño ve y escucha.
- Sugerirle programas de televisión que usted quiere que vea.
- Hablar con el niño sobre la diferencia entre los hechos y las opiniones.
- Hablar con el niño sobre los anuncios comerciales engañosos.
- Poner filtros en la televisión y el ordenador.
- Hablar con el niño sobre los riesgos que toma al entrar en "salas de charla" electrónicas.
- Ofrecer alternativas al entretenimiento con los medios.
- Dar un buen ejemplo.